Red Hot Chili Peppers en Paraguay: el grandioso agite

El rock nos convocó una vez más al Jockey para presenciar otro hecho histórico, la primera presentación de los californianos Red Hot Chili Peppers en nuestro país. La banda encabezada por Anthony Kiedis pero a mi entender líderada por Flea, vino a demostrar lo que se debe hacer arriba de un escenario, cargando el peso de tres décadas de experiencia y la presión de concebir un puñado de canciones que la gente adoptó como suyas. Seguir leyendo Red Hot Chili Peppers en Paraguay: el grandioso agite

Asunción, ¿qué canción estás escuchando?

La alienación que nos provocan los auriculares, ese encierro en uno mismo. Desde el momento en que nos colocamos uno de esos chirimbolos en los oídos, el mundo que nos rodea suele apestar un poco menos. Seguir leyendo Asunción, ¿qué canción estás escuchando?

Obama te canta todo

El actual presidente de los Estados Unidos, lo ames o lo quieras, se ha convertido en un ícono popular que Internet se encargó de masificar, pintándolo como un ser más cool de lo que cualquiera de nosotros podía ser un su lugar. Seguir leyendo Obama te canta todo

Kick-Ass 2: el superhéroe que todos queremos (y podemos) ser

En el 2010 salieron dos películas de superhéroes que la generación Tumblr adoptó como suyas. Héroes que salían del estereotipo moldeado por Marvel y DC. De comics independientes devenidos a películas muy bien logradas. Scott Pilgrim y Kick-Ass dieron cátedra de que vos y yo podemos ser superhéroes a nuestra manera.

Especialmente este último que acabó de estrenar secuela (con remotas o casi nulas posibilidades de estrenarse por Paraguay en los próximos días) y cuesta creer sin verla antes: está aún mejor que la ya de por sí genial primera parte.

Lo único que nos da a entender que pasaron un par de años después de la primera entrega es Hit Girl (Chloë Grace Moretz) que se la nota más crecidita y madura luego de la muerte de su padre, Big Daddy (Nicolas Cage, ¡SI, MURIÓ NICOLAS CAGE! INCREÍBLE).

Al inicio de esta cinta vemos que Dave (Aaron Johnson) colgó su traje de Kick-Ass para continuar viviendo su monótona vida porque ser superhéroe es bastante agotador, pero no tarda mucho en ponerse el traje de vuelta porque estaba aburrido… cosas de la edad del pavo. De un tiempo a esta parte también podemos apreciar la influencia que causó Kick-Ass en los pobladores de la ciudad de New York, cada vez más gente empieza a salir con trajes de superhéroe a las calles, como si hubieran salido del closet.

Hay que hacer memoria también que Kick-Ass había asesinado de un bazzokazo al padre de su antagonista, Red Mist que en esta nueva entrega se hace llamar The Motherfucker (Christoph Mintz-Plasse, el inolvidable McLovin de Supercool), con semejante alias también se vino acompañado de un cambio de actitud, ya que acá anda mucho más prepotente y ultra violento. Eso sí, sigue igual de arruinado.

La gran novedad acá es la presencia de Jim Carrey haciendo de un ex coronel que ahora se dedica a comandar una legión de superhéroes anónimos a los que más adelante se les unirá Kick-Ass para combatir a los malotes.

El mismo Carrey había declarado que se sentía algo arrepentido de haber participado en esta película, debido a su extrema violencia. Respetamos la opinión de este comediante que nos hizo lagrimear de risa en sus mejores papeles pero no la bancamos en esta. La mejor respuesta a Jim se la dio el mismísimo creador del comic que le atinó: «Si, el conteo de cadáveres en esta entrega es muy elevada, pero es una película llamada “Patea Culos 2”, realmente tiene que hacer lo que dice su título».

Pero no todo en Kick-Ass 2 es destrucción en un festival de sangre entre buenos y malos con escenas de acción muy entretenidas y un ritmo frenético en el que se desarrolla la historia, también da lugar a concienciar sobre ciertos temas, como el bullying y la confianza en uno mismo (“You don’t have to be a badass to be a superhero, Dave”, frase final de Hit Girl al protagonista).

Este mamotreto lo resumo en: está bue-ní-si-ma. Una segunda parte que está mejor que la primera, pedí un deseo que esto no ocurre tan seguido.

Iron Maiden, Slayer y Ghost: nos llevó el diablo

Siguen viniendo a nuestro país los grupos que uno debe ver antes de morir. Uno de los grupos que más pedía la gente y quizás la única banda por la que se llegó a organizar una marcha para que pisen de una condenada vez Paraguay, Iron Maiden, vinieron por fin con su show completo y acompañados de dos bandas estelares; y no hay forma de mentirles acá: la espera valió la pena y cumplió con las expectativas de todos.

Pero vayamos desde el principio. Ingresamos al predio del Jockey con nuestra entrada campo vyro chusco y gran sorpresa me llevé al ver que nos juntaron con la gente que pagó hasta 880 mil para estar ahí. Una injusticia que fue vilmente ignorada gracias a la calidad de los shows de los que fuimos partícipes.

Aguanté dos párrafos sin mencionarlo a Satán. Con los primeros invitados a subir al ya histórico escenario del Jockey Club, se me dificulta no hacerlo. Los oriundos de Suecia, Ghost B.C. rompen el hielo presentando su misa pro Lucifer de 8 canciones infectadas por heavy metal gótico y letras que harán llorar al niño Dios.

La homilía estuvo a cargo del Papa Emeritus II, acompañado por sus “nameless ghouls”, tipos vestidos totalmente de negro, con capuchas y máscaras. Ni en Wikipedia figuran sus nombres, su enigmática y, por sobre todo, particular puesta en escena fue algo nunca antes visto por acá. Es un milagro que ni una sola vieja haya levantado protestas ante estos muchachos.

Banda revelación si las hay. En un género que tiende a quedarse cuadradote, Emeritus y compañía le dieron una vuelta creativa que combina una estética bien definida y teclados que agregan un alto grado de profundidad a sus canciones. Puntos altos: “Con Clavi Con Dio” y la hipnótica “Monstrance Clock” con la que cierran su breve pero contundente setlist.

Luego de esto desmantelan los equipos de los suecos y empiezan a colocar el trapo ese que va a estar detrás de la siguiente agrupación que subirá a tocar. En el pedazo de tela decía una sola palabra y muchos no lo podíamos dimensionar aún: Slayer. La banda más violenta del thrash metal por fin se vino para acá después de un intento fallido el año pasado.

Ahí empezaron los destrozos, tuve la mala pata o fortuna de haber entrado al moshing desde un principio, inclusive fui tumbado y a milésimas de segundos de ser arrollado por una horda de gordos sudorosos, mientras “War Ensemble” era ejecutado a un ritmo demencial.

Se dio la ocasión para dar el más sentido homenaje a Jeff Hanneman, su guitarrista original que pasó a mejor vida en mayo pasado. En “South of Heaven” se pudieron ver por las pantallas imágenes del músico, bastante emotivo por lo que me contaron, yo estaba tratando de sobrevivir a esa licuadora en la que me metí y que alcanzó su punto de ebullición con “Raining Blood” y “Angel of Death”. ¡¡¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAH!!!

Para ese entonces, Iron Maiden ya nos tenía bien ablandados y machucados. Mal por los cuerpos y bien por las almas que estuvieron dispuestas para dos horas de temas épicos a cargo de Bruce Dickinson, Steve Harris, Nicko McBrain, Janick Gers, Dave Murray y Adrian Smith.

Personalmente no me considero fan de ellos (solo un disco y unas cuantas canciones sueltas en la PC me avalan mi poserismo) pero mis esperanzas eran muy altas, todos sabemos lo que representa esta banda para generaciones enteras. Más que un grupo musical, trasciende a toda una cultura (acá las miles de tapas de discos plasmadas en tatuajes respaldan esta afirmación) que crece y se afianza con los años.

En una sola persona recae gran parte de esta estructura, Bruce Dickinson, un capo de la vida y que manda a la mierda el estereotipo de inglés pecho frío. Personalidad indiscutible arriba del escenario, su hábitat natural donde corre y salta feliz de la vida. Feliz porque el público paraguayo le cautivó de una, calculó que éramos como 20 mil y que cantábamos más fuerte que 60 mil de un país donde se habían presentado antes.

El show inicia con “Moonchild” donde todos los integrantes aparecen de golpe con bolas de fuego que podías sentir por la cara y emociones de los true que contagiaban a cualquiera. Es que ya lo dije antes (creo), cuando se les da el gusto, el público metalero es el mejor de todos. Se cantaron todo, no hay nada que objetar… fue muy emocionante y más aún en “Wasted Years” que daba para el lagrimón con el coro al unísono.

Juega un papel muy importante el concepto que están recreando en esta gira. Vemos constantes cambios de escenografías, lo mismo con el vestuario de Bruce (este detalle me recordó a Lady Gaga) y tres apariciones de la mascota del grupo, Eddie. Sus mejores cameos son durante “Run to the Hills” donde tiene un encontronazo con Janick; la otra es en “Iron Maiden” donde sostiene una especie de alma en pena.

No faltaron los clásicos de clásicos, “The Number of the Beast”, “The Trooper” y “Fear of the Dark”, este último cobra un nuevo significado al ser escuchado en vivo, la versión de estudio no la alcanza por nada del mundo.

Las secciones instrumentales son un punto a destacar si o si. Cada uno de estos músicos tenía lo suyo y lo demostraban en esa convergencia de ensueño que se daba cada vez que Bruce desaparecía del escenario. Me va a costar olvidar ese final apoteósico de “Seventh Son of a Seventh Son”, por ejemplo.

Tomémonos ahora un tiempo para reflexionar lo genial que es el señor Dickinson. La semana pasada nada más en el Rock In Rio estaba puteando de lo lindo por lo mierda que le resultaban las cervezas rapai, anoche le tiraron una banderita de Paraguay que en el dorso tenía el logo de McDonald’s. Al percatarse de ello demuestra repulsión simulando hacerse una paja con ella y luego se limpia el culo con el mismo. La ovación fue rotunda.

Con una carrera de casi cuatro décadas, capaz a unos cuantos les habrá quedado corto este recital que fue culminado con un extendido “Running Free”. El concierto más importante del metal en Paraguay no pudo haber salido más redondo y con las secuelas correspondientes: moretones en los costados, cuellos adoloridos y espíritus satisfechos. Gracias, muchas gracias. Ahora si me disculpan me pondré en remojo.

pd.: un tipo frente mío durante el toque de Maiden ideó una nueva manera de expresar soledad, ustedes ya conocían las fotos yOp supongo, bueno, este pelotudo estratosférico lo llevó un paso más allá haciendo un video yOp durante “Run to the Hills”. ¿Cómo no se nos ocurrió antes?

Arctic Monkeys – AM: la reinvención definitiva

¿Qué fue lo que hicieron los monos árticos para estar en ese lugar privilegiado en el que todas las bandas de rock quieren estar hoy día? Esa aclamación unánime de la crítica y el público en general se la ganaron desde un principio con su inigualable álbum debut del 2006 y desde ahí supieron mantenerse en la cima del mundo contando con armas letales que en discos posteriores pondrían a relucir. Seguir leyendo Arctic Monkeys – AM: la reinvención definitiva

Trance: qué sueño más loco tuve

La nueva tendencia en estos últimos meses es indignarse por cualquier cosa. Con todo esto de la libertad de expresión, nos hemos convertido en potenciales máquinas de odiar. La gente se indigna porque les ponen edictos, les ponen barreras de alcotest cada 10 cuadras y porque les suben los precios a las cosas. Pero todavía no vi la cantidad suficiente de indignados por nuestros cines que estrenarán Los Pitufos 2 en 3D y hacen pasar por alto esta. Putos. Seguir leyendo Trance: qué sueño más loco tuve

‘Heima’ de Sigur Rós: un documental para el alma

¿Qué tiene una banda islandesa que no tienen las demás? Corazón. El sentimiento de hacernos sentir espiritualmente conectados con las canciones que transmiten. Eso es Sigur Rós y Heima es el documental más entrañable de música que verás en mucho tiempo. Seguir leyendo ‘Heima’ de Sigur Rós: un documental para el alma